martes, noviembre 06, 2007

Suelo encender velas para los muertos los 31 de octubre de cada año, esa noche de cambio de mes en la que mis fantasmas mentales me atacan con más fuerza y no me es posible controlarlos. Así, con las velas, pretendo hacer mi exorcismo particular sobre todas aquellas cosas que me asustan.
Pero este año me emborraché (otra manera de quitarme emocionalmente de en medio), cosa que últimamente hago demasiado a menudo, y las velas quedaron en el olvido.
Grave error, y ahora me toca corregirlo, porque mis fantasmas se han escapado del embrujo que la llama de las velas provocaba en ellos y ahora los tengo encima todo el puto día.
Y mis fantasmas son muchos, demasiados para eliminarlos a todos a la vez, por lo que tendré que ir encerrándolos en mi jaula mental de uno en uno, cazándolos antes de que ellos me cazen a mí.

Por eso ahora, "en los brazos de la fiebre" tal y como me encuentro (mala racha, enfermo dos veces en un mes, será cosa de estos fantasmas), es el momento de iniciar la cacería, es hora de encerrar al animal de una vez por todas (¿realmente lo quiero?), aunque para ello primero haya que soltarlo.

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