miércoles, noviembre 07, 2007

Ayude a nuestro padre, por favor.
Las dos hermanas, hijas del sujeto en cuestión, estaban sentadas bien juntitas en mi despacho, ojos lacrimógenos mientras yo las observaba en plan pasota.
Señoritas, su padre se ha metido en un lío de cojones y éste no es el despacho de los milagros.
¿Y si le hacemos una mamadita no podría intentarse siquiera ese milagro?
En ese momento sí que me tomé la licencia de mirarles las enormes ubres.
Vale, pero las dos a la par, y que la que tuvo el accidente cayéndose de boca en las vías del tren se quite la dentadura postiza, que da más gustirrinín.
Ya pueden hartarse a chupar, que al papaíto no le saca de la cárcel ni dios.
Y pensar que habría tenido que defenderle gratis de todos modos... Cosas del azar y del turno de oficio.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

No mo puedo creer qu te sucediera de verdad, lo de la mamada, pero seguro que si es asi te bajaste la bragueta. Mi pregunta es te corriste en sus lindas boquitas?

6:52 p. m.  

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