martes, marzo 18, 2008

Estaba desquiciado, me dolía la cabeza y no tenía sanguijuelas a mano para que me sangrasen los malos humores.
Así que me hice con un rotulador rojo color sangre y me marqué los brazos a fuego: ESCLAVO ponía en uno, CONDENADO ponía en otro, y en la frente me puse FUEGO CAMINA CONMIGO. Al poco rato el sudor hizo que la tinta resbalase como si de verdad fuese sangre, surcando mi rostro hasta manchar el cuello de la camisa.
Recuerdo que me miré al espejo y mis ojos eran tan brillantes como el mismo cristal. Recuerdo que reflejaban todo a su alrededor menos mi interior. Mi interior en ese momento era sólo para mí.
Y entonces llamaron a la puerta. Fui corriendo y me encontré a un cliente que no esperaba. Se dio la vuelta con cara de pánico y huyó de allí.
Jamás volvió.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

jajajajajjajaja


Y lo mejor de todo es que era el pobre guardia civil jubilado que queria un poco de sal y de cariño

8:36 p. m.  

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