miércoles, noviembre 21, 2007

Vivir y morir.
La gente nace y muere, y en medio hay momentos de nuestra existencia en los que no estamos ni vivos ni muertos.
La vida da cornadas, duele, el relacionarse con la gente tiene momentos gratificantes, y otros momentos en los que hace daño, mucho daño, dejándote en un estado mental intermedio a la vida y la muerte en el que somos lo más parecido a muertos vivientes. Como si fuésemos gatos, nos han arrebatado una de nuestras siete vidas y la nueva que nos toca no está preparada para emerger. Sencillamente no estamos listos para vivir. No estamos listos para vivir, de nuevo.
Cosas buenas pueden pasar en ese tiempo de letargo, pero después de una muerte mental hace falta tiempo para que nuestra alma quiera volver a sentir, es por ello que todo lo que nos pase en esa fase intermedia no lo aprovechamos. Quizás era el momento o la oportunidad o la persona de nuestras vidas, pero no lo aprovechamos.
No porque no queramos, sino porque no estamos preparados.
Y muchas veces, cuando por fin ya estamos listos, nada se encuentra en el mismo lugar.