Estaba en ese estado espiritual tan mágico entre la iluminación y el naufragio de los sentidos. Podía percibirlo todo y al mismo tiempo ese todo era muy distinto a como era media hora antes.
Entonces me la presentaron. Estaba con mi cerveza apalancao en la barra y una voz amiga quiso presentarme a otra voz desconocida.
- YOE, te presento a mi amiga X (lo siento, no recuerdo el nombre). Le he estado hablando de ti y quiere conocerte.
Yo dejé el tercio de cerveza a un lado y aparté la mirada de los vídeos musicales para intentar fijarla en su rostro.
Era hermosa, más hermosa de lo habitual (eso sí que lo recuerdo).
Se acercó a mí para darme dos besos y me dijo:
- Hola, me llamo X (sigo sin recordar su nombre).
Pero yo me aparté y gentilmente le dije:
- Lo siento, señorita, pero prefiero no conocerla porque sé cómo va a acabar esto si lo dejo empezar.
-¿Cómo? - dijeron ambos al unísono. Mi amigo no daba crédito. La cara de ella, a pesar de mostrarse contrariada, seguía siendo muy hermosa.
Y yo, en medio de aquella sensación de dios de mis propios actos, sentencié:
- Usted es demasiado hermosa y yo soy demasiado raro, un animal lleno de defectos y contradicciones. Usted probablemente busque a alguien con un futuro brillante, dinero y que la trate como a una reina. Yo simplemente aspiro a ser algún día un buen escritor. Usted busca el amor eterno y yo aún no he encontrado lo que busco, sea lo que sea. Lo siento pero yo no soy su príncipe azul.
La chavala de bello rostro no supo qué decirme.
Afortunadamente la cerveza seguía estando fría cuando volví a ella.